Suspirando, se mete en la bañera para lavarse y cambiarse.
Bajo el chorro de agua se relaja, disfrutando del calor. Ya limpia y cambiada vuelve a acostarse sin molestarse en secarse el pelo.
Amanece.
Molesta por la luz, se cubre la cara con la manta.
- Larme... - la llama una voz, amablemente - ..no seas perezosa y levántate.
La manta sale volando en manos de una mujer ya entrada en años.
- ..Mmmm.. No... déjame un ratito más... - la chica trata de volver a taparse y busca a tientas la manta.
No la encuentra, por lo que se abraza a la almohada, aún húmeda.
La mujer la mira resignada. Sonríe en silencio y se marcha con la manta en las manos.
Al oír la puerta cerrarse, la chica se levanta. Mira al exterior a través de la ventana, suspirando.. Sus ojos carmesí brillan reflejando la luz del sol.
“..tú también te rindes conmigo, ¿eh?” Vuelve a suspirar.
Se cambia rápidamente y sale de la habitación en dirección a la cocina. Como de costumbre, evita pasar donde hay gente. No le gusta cómo la miran los demás. Sobre todo los adultos. Sus frías miradas no le daban tregua alguna.
“No estoy huyendo.. Sólo les hago el favor de ahorrarles disgustos.....” se dice a sí misma, justificándose por enésima vez.
A pesar de haber vivido por tantos años en el horfanato, aún habían personas que no terminaban de acostumbrarse a su presencia. Y ella tampoco puede acostumbrarse a esas miradas..
“Es porque soy diferente. Ellos no tienen la culpa..” intenta justificarlos. Para no odiarlos, se culpa a sí misma. “..Si no tuviera estos ojos, mi madre tampoco habría muerto..” piensa con amargura.
Ayuda en los quehaceres del lugar sin quejas, evitando los lugares con gente. Y si eso no es posible, intentando no mirarlos a la cara.
Por la noche, tumbada en su cama, observa la luna disfrutando del silencio.
“Hasta el brillo de la luna es más cálida que ellos... No... No debo pensar de esa forma.....”
Los días pasan sin salirse de la rutina.
- Ya tienes la mayoría de edad – sentencia la directora del centro – por tanto, no podemos seguir cuidando de ti, Larme. Debes marcharte. Te daré un día para que puedas recoger tus pertenencias.
El tiempo se detiene en la mente de la chica. Eso había sonado como un disparo dirigido directo a su corazón. Sabía que llegaría el momento.. lo sabía. Sin embargo, aún no estaba preparada.
A pesar de ello, se resigna a la realidad. Estaba más que claro que sólo sería una carga. Se marcharía.... para no volver.
La única persona que salió a despedirla fue la comadrona. Su mirada mostraba preocupación. Parecía querer decirle algo..
- Gracias por ocuparte de mí durante tanto tiempo, comadrona.. - la chica le sonríe, ocultando como puede la tristeza que le supone separarse de la única que le mostró algo de cariño - ..no te olvidaré. Nunca.
“Nunca...” se repite.
Con un único maletín en mano, la chica abandona el lugar en el que creció.
Sin volver la vista atrás, comienza a caminar sin rumbo... pensando dónde podría ir una chica de quince años..
Un paso tras otro, camina sin descanso hasta el anochecer. Las piernas le tiemblan por el esfuerzo y sus manos ya no pueden soportar el peso de su pequeño equipaje. Respira cada vez con más dificultad.. pero no se detiene.
Finalmente, sus piernas no pueden soportarlo más y se desploma sobre el frío suelo...
La despierta el olor a comida. La cama está mullida y la invita a volver a dormirse...
Se levanta de un brinco. No era posible que lo haya soñado.
Mira a su al rededor. Tal como había pensado, ese lugar no era el orfanato: era una especie de cabaña de madera. Algo alejada de ella, hay una chimenea encendida y en ella, un caldero del que proviene el aroma a comida.
Cuidadosamente, se acerca al caldero. Abre la tapa con ayuda de un paño y mira el interior.
Parece sopa.. de verduras y tal vez, con suerte, también habría algo de carme. Busca los utencilios de cocina y prueba un sorbo..
“¡Puaj! Está horrible..” piensa. “Tiene que haber especias por aquí...” comienza a buscar frenéticamente.
- ..a ver.... deben ser estos.. - huele el contenido de unos sacos de hierba – hum.. esto es tomillo.. - abre otro – esto es laurel... peregil... romero.. hay de todo aquí. - sonríe complacida.
“Pero entonces, ¿por qué la sopa está tan mala?” piensa mientras añade las especias correspondientes.
Recordando el tiempo que ayudaba en la cocina del orfanato, trabaja con eficacia.
- ….. ya casi está.. - pensando en voz alta, remueve la sopa – ...a ver.. - prueba otro sorbo - ..mm.. sí. ¡Perfecto!
Clap, clap, clap.... oye palmadas a sus espaldas.
La chica se da la vuelta de un brinco. “Es verdad, esto no es el orfanato..” finalmente, se da cuenta de su situación y siente miedo.
Quien había dado las palmadas, era un hombre alto.. Un cazador a juzgar por sus vestimentas. Tenía los ojos negros, penetrantes. La había estado observando en silencio.
- ..ah.. ehm... - la pobre no sabe qué decir - ....eh.. esto.. verá..
- ¿Cómo te llamas? - la corta, el hombre.
- ¿Eh? ..Ah.. m.. me llamo Larme, señor..
- ¿Edad?
- ..pues.. quince..
- Está bien.
- ..¿eh? - la confusión se apodera de la chica.
Sin embargo, el hombre, la calla con un movimiento de mano y se acerca a grandes pasos. Instintivamente, la chica se aparta. Él, por su parte, coge el cucharón con la que estaba trabajando la chica y prueba la sopa.
- ..hum.. - piensa por un momento – Vale, aprobada.
- ¿Eh?¿Qué..?
- Que estás aprobada. - le conesta el hombre – Te he salvado la vida, ¿no? Con algo me tienes que pagar. He decidido que me harás la comida a partir de ahora.
Aún confundida, tarda en ver las implicaciones de esas palabras.
“Básicamente, quiere que sea su sirvienta... a cambio de mi vida..” concluye.
Larme observa cuidadosamente a su “salvador”, quien a su vez la observa a ella. “Bueno, supongo que no
será muy diferente a cuando estaba en el orfanato..” decide.
Asiente a modo de aceptación.
Satisfecho con su reacción, el hombre vuelve a salir.
- Prepara la mesa antes de que vuelva. - ordena desde fuera.
Resignada, la chica comienza a trabajar: ordena la mesa; sirve la sopa en un cuenco; coloca la cuchara al lado del cuenco...
Termina justo en el momento en que el hombre vuelve a hacer acto de presencia.
- …. - observa en silencio el trabajo de la pequeña - ..muy bien. Ahora, siéntate a comer.
- ¿Eh? - lo mira sorprendida.
- ¿A qué esperas? Trae tu comida y siéntate.
Sin saber muy bien cómo actuar, la chica obedece, algo duditativa. “..¿Los sirvientes pueden comer en la misma mesa que sus amos?” se pregunta. “Claro que no. Si fuera así, yo....” detiene sus pensamientos como de costumbre.
Comen en silencio.
La chica observa cuidadosamente los movimientos de su 'amo' e intenta deducir su persona.. pero no encuentra ningún tipo de pista que le diga los pensamientos del hombre acerca de ella.
“No parece mala persona...” piensa mientras vuelve a mirarlo de reojo. “Supongo que he tenido suerte al encontrarme con él.. Bueno, que él me encontrara...”
- ¿Podrías dejar de mirarme y terminar de comer? - sin darse cuenta, lo había estado mirando fijamente -¿No te han dicho que mirar a la gente mientras come es de muy mala educación? - parece realmente molesto.
- ¡Ah! ¡Perdóneme! - baja la mirada de inmediato, sonrojada hasta las orejas - ..ehm.. es que.. yo... em...
- Deja de tartamudear, niña. Lo detesto.
- Disculpe...
- Y llámame Pher. Deja de tratarme de usted.. - se levanta del asiento - Me hace sentir mayor de lo que soy.
Sin esperar ninguna respuesta, se dirige hacia la puerta, otra vez.
“¡Ah! ¡Qué mal! ¡Lo he enfadado de verdad!”
- ¡Lo siento! - grita sin pensar - ..es que... yo no sabía cómo debería actuar..
- ... - Pher se detiene a medio camino, sin darse la vuelta – Sólo sé tú misma. Te he dicho que me hicieras la comida, no que fueras mi esclava o algo parecido.
Por alguna razón, Larme queda paralizada por esas palabras.
“..que.. ¿sea yo misma?..” las lágrimas amenazan por derramarse “..y ¿cómo se supone que se hace eso?”
- ...¿có..mo?.. - piensa en voz alta - ..yo.. no sé...
- ¿Eh? - se da la vuelta, molesto – Pero, ¿qué?¿Por qué estás llorando?
Sacada de su ensimismamiento, Larme descubre sus lágrimas.
- ..Ah.. - se frota los ojos con las manos - ..por.. por nada..
- No mientas. - el hombre se acerca a zancadas, le levanta la barbilla y la mira fijamente.
La chica le devuelve la mirada sobrecogida... Pero aparta la mirada.
- Mírame – la obliga a enfrentarse a él. Suspira - ..¿Qué pasa?
- ..N.. nada, de verdad.. - balbucea – No es.. nada.
Volviendo a suspirar, el hombre la suelta.
- Yo no te voy a hacer nada.. - dice de espaldas - ..si hubiera querido hacerlo ya lo habría hecho.
Larme vuelve la mirada despacio, con cautela como si se esperara que le dieran una bofetada por tal osadía. En cambio, Pher no mueve un músculo durante varios segundos.
De repente, se gira para mirarla.
- Por cierto, ¿cómo te llamabas? He olvidado tu nombre.
- Ehm.. me llamo Larme, señor... digo, Pher.
- Hum... Larme, ¿eh?
Sin añadir nada más, se encamina hacia la puerta.. otra vez.
Cierra la puerta tras de sí, dejando a la chica sola de nuevo. Como si se liberara de ataduras invisibles, la chica cae de rodillas con el corazón acelerado.
“No entiendo lo que está pasando.. ¿Debería interpretar sus actos como una forma de amabilidad?”
Confusa, recoje los platos.
“A ver.. ¿dónde tengo que limpiar los platos?” rebusca por la habitación. “¿Será fuera? No creo que le moleste si salgo un momento.. ¿o si? No tengo ni idea.. Ahora que lo pienso, tampoco sé cuándo va a volver...” sumida en sus pensamientos, se dirige hacia la puerta por donde el hombre ha salido, con los platos sucios en una mano.
Gira el manillar y da un paso al frente para cruzar el umbral... y descubre la oscuridad total en que está sumida el exterior.
“Por Dios.. ¿cómo voy a encontrar nada así?” entra de inmediato a la casa. “Es más, ¿cómo se las arreglará él? Cualquiera encuentra el camino...”
Mira los platos sin saber qué hacer. Vuelve a dejarlos sobre la mesa, apilados, y mira a su alrededor, hasta que repara en una puerta, a un lado.
“¿Esa puerta estaba ahí todo el tiempo? ¿Cómo es que no la he visto antes?” sobrecogida y curiosa a la vez, va hacia la puerta.
Posa la mano sobre el manillar para abrirla, cuando otra mano la detiene.
- ¡AH! - grita sin querer del susto, apartando la mano inmediatamente.
Pher está a su lado, con el ceño fruncido.
- ¿Puedes ver la Puerta? - pregunta.
- ¿Eh? Pues claro que la veo...
- Ni se te ocurra abrirla.. - sus ojos se vuelven amenazadores, asustando a la chica – Aún no estás preparada para esto.
- ¿Eh?¿Qué..?
- Ven conmigo – la coge de la mano y se la lleva casi a rastras hacia el exterior.
“Me va a echar de la casa..” piensa, aflijida “Bueno, al menos ha aguantado lo suyo...”
Al abrir la puerta, la luz del sol la ciega envolviéndola.
“Qué raro... si hace un momento no podía ver ni un palmo por delante mí..” piensa.
Sin embargo, ahora, ante ella se extendía un prado verde salpicado con el rocío de la mañana. La brisa sopla acariciando suavemente su rostro.
A la chica le hubiera gustado cerrar los ojos y disfrutar de las maravillas de ese pequeño paraíso, pero Pher parece tener prisa.
Camina a grandes zancadas a través de la marea esmeralda sin prestar el mínimo interés a su alrededor.
Casi corriendo, la chica se deja llevar sin decir ni una palabra, obediente.
Llegan en pocos minutos a la sombra de los primeros árboles del bosque.
El hombre se para en seco delante del árbol e inspira hondo.
- ...Pher... - lo llama cuidadosamente la chica. - ¿A dónde me llevas? - pregunta temerosa.
- .... - no responde de inmediato. Comienza a caminar, pero esta vez, con mucho cuidado - A donde perteneces.
“Lo sabía. Me va a abandonar..” la tristeza se apodera del corazón de la chica. Suspira, dandole vueltas a ese pensamiento con resignación.
- No hables hasta que te dé permiso, ¿de acuerdo? - le dice Pher, de repente, interrumpiendo por un segundo sus pensamientos.
Ella asiente sin entender.
Movida por la curiosidad, empieza a observar cada movimiento del hombre: camina casi de puntillas, intentando no hacer ruido, cuidando cada paso que da. Escruta su alrededor con los ojos encendidos, palpando cada tronco de árbol al que se acerca. Una mano agarra firmemente la mano de Larme mientra que la otra empuña una daga.
Nadie tiene que explicarle de que están en terreno prohibido y, si no tienen cuidado, podría pasar cualquier cosa. Incluso la muerte.
Aunque ya sus pasos casi eran inaudibles por su costumbre de caminar escondiéndose de la atención de las personas, empieza a concentrarse en que lo sean aún más para no meter la pata y serle de alguna ayuda a su salvador.
Pher la mira por un segundo y le sonríe como signo de apreciación por sus esfuerzos.
Tras lo que parecen horas, por fin Pher comienza a caminar con su característico paso vivo.
Ella lo mira interrogandole con la mirada. Pero Pher niega y posa el dedo índice sobre sus labios, advirtiendo de que todavía no ha llegado la hora de conversar. La chica asiente, cada vez más curiosa.
Llegan a un camino de tierra, donde deciden descansar.
El hombre comprueba que no hay nadie en el camino y comienza a dibujar runas sobre la tierra. Larme observa y reconoce algunas como letras, las cuales ha podido ver en los libros que tanto le hubiera gustado leer en la biblioteca del orfanato.
'¿Sabes leer?' es lo que ha escrito. Ella afirma efusivamente con una sonrisa en los labios.
댓글 없음:
댓글 쓰기