[Hum... Realmente, tienes potencial]
“¿Eh? ¿Potencial para qué?”
[Ya lo sabrás en su debido momento. Ahora, céntrate. Recuerda que estamos aquí para algo.] [¡¡¡Y ya estoy perdiendo la paciencia!!!]
Sin decir palabra, la chica se acerca a la orilla.
Pisa con cuidado, pues la arena es cristal roto.
[Hum... Tendremos que ocuparnos de esto en cuanto podamos.]
“¿Qué es esto?” Larme coge un trozo de cristal y observa, curiosa y temerosa a medias. Pero el cristal solo le devuelve su imagen recortada en un fondo negro.
[Restos de tu odio. Has sido lo bastante prudente de no dejar que este sentimiento te ahogue... Buena señal. Pero aún así, hay demasiados restos.]
La chica presiona uno de los trozos con el pie, hasta que se parte limpiamente por la mitad. “....Odio...”
Pasea sumida en sus propios recuerdos, rompiendo restos de vez en cuando.
Se detiene delante de los setos espinos, mirando sin ver, pues los recuerdos ocupan toda su mente y su vista. Perdida en ellos, deja que su cuerpo se mueva sola. Acaricia los espinos, apartándolos suavemente, sin pestañear, aún absorta.
[¿Larme?] la voz preocupada de Clarise la despierta. Se ve a punto de arrancar la flor.
Se detiene a tiempo.
“Perdona... No sé lo que me pasó..”
[¡¡Ya lo veo, ya!!] la voz suena como una bofetada [¡¡Cómo puedes estar tan ciega!!¡¿Eh?! ¡¡¿Sabes lo que estabas a punto de hacer?!! ¡¡Casi me matas idiota!!]
De pronto, la chica se ve en el suelo con la mejilla dolorida, como si la hubieran golpeado. Confusa, se levanta y busca con la mirada, aunque realmente no sabe el qué.
Pero cuando vuelve a mirar, duda de su propia vista. Hace un momento, la flor solo era un capullo aún por florecer. Ahora, los tallos de ésta rodea los espinos, arrancándolos del suelo, y casi abierta.
“¿Qué...?” el tallo vuelve a moverse y esta vez en su dirección.
Dando un grito, Larme huye pero sus pies se enredan con las raíces de la flor y vuelve a tirarla al suelo. La arrastra bruscamente hacia sus raíces.
- ¡¡Kyaaaaaa!! – con un grito, se cubre la cara con los brazos.
Espera el inevitable golpe. Aguanta la respiración.
Pero por más que espera, no llega. Extrañada, se descubre el rostro para ver que la flor ha desaparecido y en su lugar, se encuentran dos niñas idénticas: una, con expresión triste y melancólica, y otra, mirándola con altivez y enfurecida.
“Cl… ¿Clarise?” con los ojos desorbitados, contempla a las chicas, quienes aparentan tener su misma edad y sus mismos ojos carmesí.
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